4 de febrero de 2008.- Apague la Blackberry de siete de la tarde a siete de la mañana, durante las reuniones o durante los fines de semana y vacaciones. Es la recomendación -casi obligación- del ministerio de ciudadanía e inmigración de Canadá, el país que inventó los dichosos dispositivos. En una nota interna para los empleados, el responsable del ministerio ha pedido que desconecten del trabajo al volver a casa para tratar de rebajar los niveles de stress que se viven en la oficina.
La medida es pionera en la administración del país y tiene su detractores. Desde los adictos al dispositivo que se quejan de que el "apagón" se traduce en más trabajo para el día siguiente hasta quienes creen que se trata sólo de un lavado de cara y que los empleados que quieran destacar tendrán que seguir "conectados", les guste o no.
Las fronteras entre la vida personal y privada son cada vez más difusas. Blackberry permite llevar la oficina en el bolsillo -más o menos, hay limitaciones- y eso esta bien cuando por razones de trabajo no se puede estar en la oficina "real". Hay trabajadores dispuestos a sacrificar parte de su vida privada a cambio de una mayor flexibilidad horaria, de ahí las idílicas imágenes que vemos en la publicidad de padres jugando al fútbol con sus hijos mientras miran el último gráfico de barras -siempre positivo- que les manda el departamento de contabilidad. La tendencia de futuro es precisamente esa, la de un trabajador permanentemente conectado y capaz de trabajar por objetivos y según sus propios horarios. Teletrabajo, ya se sabe.
Desgraciadamente la realidad suele ser más bien distinta. No todos los trabajos permiten un horario flexible o pueden hacerse desde casa. En el caso del ministerio los funcionarios tienen un horario rígido -ahórrense el comentario irónico, todos sabemos como funciona esto- tras el cual no tendrían por qué estar pendientes del correo. Para la gran mayoría Blackberry se convierte entonces en una "oficina para después de la oficina", la herramienta con la que contestar hoy los correos de mañana y así tener tiempo mañana para poder contestar los de pasado mañana. Aumenta la productividad por empleado pero marca un nuevo ritmo de trabajo al que hay que adaptarse sí o sí.
Se suma al problema la adicción que crean este tipo de productos. hace unos años, una empleada de Nokia me confesaba que desde el momento que probó el correo electrónico en el móvil, su vida no volvió a ser la misma. "La killer application de la telefonía móvil es sin duda el correo electrónico", me dijo. Y es verdad. Una vez te acostumbras a que los correos te lleguen con la misma facilidad y velocidad que un SMS, es difícil no estar constantemente atento a la bandeja de entrada. Doce horas sin mirarla se pueden convertir en una eternidad.
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